Sobre cruzar la puerta

Nunca lo he podido explicar bien. Y, cuando lo explico, ese otro que me escucha no lo entiende. Y me ofrece cientos de soluciones prácticas para que, así, de manera natural, yo logre atravesar el umbral que va de aquí a allá.

Para entrar necesitas una llave, un mecanismo de cerrajería, una credencial, una tarjeta de transporte, una aplicación. Sin embargo, salir es otra cosa, es dar un primer paso y listo. Es revisar no haber olvidado nada en el asiento, es decir gracias. Es levantarte y poner la vista al frente y andar. La belleza del andar.

Ahora, justo en este momento bebo café negro en la taza de siempre. Me ayuda a asentar el día y visualizar en que ocuparé las horas de manera productiva. He tendido la cama, ya he lavado los platos, he alimentado a mis gatas, me he quitado el pijama para vestir algo más acorde al jueves matutino. Sé que tengo que salir…, y es la cosa más simple. Cientos de miles de personas salen todos los días sin darse cuenta de que salen. Yo solo tengo que salir a la tienda a comprar alimento para mascota. Pero no puedo. ¿Por qué? ¿Qué hay allá afuera además de árboles y calles pavimentadas que me asusta tanto? Hay pájaros, hay piedras, hay personas, hay banquetas y la eternidad.

Iré por alimento para mascotas. Sólo eso y regresaré a salvo, con mi llave para entrar. Debo cruzar la puerta para, en un parpadeo, deshabitarme y así, deshabitada, estar afuera, ser afuera.

Jueves 27 junio 2024

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